Monday, August 10, 2015

Fueron los ojos negros de Constancia Weber, ( primera de izquierda, al frente) los que calmaron el amor de Mozart porAloysia, hermana mayor de Constancia y para mi en la oficina es la música de Mozart, con su claridad y frescura la que alivia mi trabajo, porque el trabajo ha sido encomendado a mi alma como le encomendó el conde Walgsegg a Mozart la composición de un Réquiem. A cambio de 50 ducados le pidiólo hiciera anónimo, así el conde se adjudicaría para si el trabajo del maestro.
En cuanto a mis 50 ducados ya los he gastado y me quedan tantos años de este trabajar encomendado…
Constance Weber’s dark eyes (front rowleft to rightsoothed the heart achedMozart for Aloysiaelder sister of ConstanceTo me, in the office is Mozartmusic , its clarity and freshness that ease my work because my job has beencommissioned to my soul likewise the count Walgsegg commissioned Mozartthe composition of a Requiemfor fifty ducatsit has to be written anonymousso the count would profit fame out of the maestro’s work
have already spent my ducats and I have so many more years of workcommissioned to me…


Hoy llueve, por la ventana de la oficina veo el cielo gris y la lluvia caer incesante. Miro la planta en mi escritorio y la planta y la lluvia me recuerdan de mi amiga Verónica, ella vive en una región lluviosa, fría y gris. En invierno, ella y sus coterráneos, añoran la primavera y el regreso del sol.
Somos mentes de nuestro entorno, cuando caminamos por lugares exuberantes de vida nos sentimos fuertes, alegres, cuando por un desierto nos sentimos introvertidos, inclinados a la refexion porque no hay nada que nos distraiga. Las plegarias de los místicos son más intensa en el desierto. Abraham escuchó la voz de Dios en el desierto, Jesús fue tentado por el Diablo en el desierto, los primeros místicos cristianos construyeron cuevas en el desierto del norte de África. Los monjes del Tibe meditan mirando las estériles montañas.
Los conquistadores, en la selva, caían vencido y se levantaban, afloraban renovados, como la intrincada maleza, de sus derrotas. Si la selva los quería tragar, el mismo espíritu de la selva, un espíritu de vida exuberante, los ayudada a escapar por los ríos hasta una costa hospitalaria. 

Y los nativos de la selva son agudos, son ligeros, misteriosos, pequeños y fuertes, son como la naturaleza abiertos y libres a interpretar de mil maneras el mundo.
Donde llueve día tras día la gente es seria, se opaca, cada nuevo día parece ser continuacion del anterior, uno se siente como un relegado político, confinado a un mismo ambiente, a un mismo hacer. Mi amiga es de mente firme, ( se necesita cuando todo languidece a tu alrededor ) y de una gran pasión por su jardín, cuando llegue la primavera no sólo ella se alegra, también sus plantas, el limonero y el rosal esperan sus manos, y la camelia que recién plantó deja caer una lagrima de esperanza por la vuelta del sol…


Bebemos, ingerimos drogas y tenemos sexo con el único fin de sentirnos bien, que importa si nuestros hígados se hincan con depósitos de grasas, si nuestra presión sanguínea sube hasta el techo, o si, después de una mala volada, vemos lauchas bailar topless sobre el poste en un bar de Estonia. Placeres fugaces, ¡OH, cuanto añoramos agarrar y guardar estas tibias interacciones con otros!
We drink, we take drugs and we have sex with the aim to feel good, who cares if our liver swells up with fat deposits, if our blood pressure hits the roof, or if, after a bad trip, we see mice dancing topless around a pole in Estonian bar. Fleeting pleasures, Oh how we yearn to catch and hold this warm interaction with others!


Nos embarcamos en el puerto de Estocolmo, en un catamarán grande con rumbo a una isla situada a unos kilómetros de distancia. Desde el muelle veíamos tres pilares de rocas, uno en la isla misma, los otros dos en la bahía de la isla. Llovía y había un viento fuerte, el mar estaba rizado por la tormenta, el cielo de un color plomo oscuro y al fondo, en el horizonte, de un gris más claro. Yo pensé que no debíamos hacernos a la mar, pero igual nos embarcaron para la isla, creo, porque éramos turistas sudamericanos, y por ser sudamericanos también saltamos en la embarcación sin chistar. Partimos en medio del viento y las marejadas hacia la isla. Las olas, al empeorar el tiempo, crecían más altas; nuestra embarcación era levantaba a la cresta misma de las olas y luego nos hundíamos a fondo. El mar parecía haberse abierto en dos, teníamos, a momentos, paredes de agua a nuestra derecha e izquierda, de pronto nos dimos cuentas que habían plesiosauros y tortugas gigantescas en el mar. La fuerza de la tormenta subterráneas los había subido a la superficie y nosotros, a través de la pared de agua de las olas, los vimos como por la vidriera de una tienda al pasado.
Todos tratábamos de calmar nuestra mente, la isla ya estaba cerca, pasamos los pilares de piedras negras, gigantes rocas construidas una sobre la otra por manos de algún cíclope nórdico. A fin la embarcación tocó puerto en la isla. Después de desembarcar nos guiaron por las calles del pueblo hasta el pilar en la isla, una mole de roca con un mirador en lo alto, desde ahí los turistas podíamos contemplar la hermosura de la isla, los techos de las casas pintados de rojo, sus calles perfectamente delineas, y los pilares en la bahía como dos fuertes centinelas. Algunos alistamos las cámaras, pero al momento de apretar el disparador, rayos iluminaron el cielo gris y un ruido estrepitoso ensordeció nuestro oído, en la bahía, los pilares frente a la isla se derrumbaban …
Y como si los tres pilares hubieran tenido una conexión mística, el pilar donde nos encontrábamos también comenzó a sacudirse y pedazos de rocas saltaban por todas parte, ahora todos gritábamos en español pero nadie nos entendía, era sueco para los suecos, yo alcancé a echarle una última mirada al pueblo, a las casitas de techo rojo y me pregunté si alguien se percataba del cataclismo que vivíamos….


El amor apareció en mi oficina, lo descubrí parado al escritorio de la más joven de mis colegas. Lo ví en las mejillas arrebolada de la niña y en el temblor de los músculos del joven, temblaba levemente mientras esperaba a que ella guardara su trabajo para salir juntos a fumarse un cigarro. Esa fue mi primera percepción, y luego me encontré con el amor, de casualidad, cuando entramos los tres en el ascensor, bajamos, bueno yo bajaba, ellos subían, subían en ansiedad, iban al cine, me dijeron, y ella se había cambiado en un tope escotado, y me pidió, riendo, que anudara los lazos de la blusa, sus pechos exuberantes de vida me dijeron que iba a aceptar la mano que el muchacho guardaba en los bolsillos de su jeans, él también se había cambiado el terno y cambiado la seriedad de ejecutivo por la sonrisa de un niño que está próximo a recibir un regalo… ah el amor!, luego me dijeron adiós y se fueron rápido como si huyeran de mis ojos… , mis ojos eran los testigos que no necesitaban porque ella tiene novio y él tiene….impaciencia por estar los dos solos.